Es una palabra de origen inglés que tiene que ver con el proceso que se lleva a cabo para desarrollar una marca. Para poder llevar a cabo este procedimiento, se deben tomar en cuenta ciertos aspectos:
Nombre: es recomendable que sea corto, de fácil pronunciación para que pueda quedar grabado en la mente del consumidor. Es importante procurar que al mencionar el nombre no suene igual que el de otra marca.
Tipografía: en la actualidad existen diferentes tipos de letras que se pueden usar para el nombre de la marca, todo depende de lo que se quiera transmitir y a qué tipo de sector va dirigida la marca.
Logotipo: como ya se había mencionado en un artículo anterior, hay varios tipos de diseño de logo que se pueden utilizar según las necesidades. Sea cual sea el tipo que se haya elegido es primordial pensar bien en el diseño y los colores a utilizar, ya que de ellos depende en gran medida poder llamar la atención del consumidor y permanecer en su mente. Los colores deben estar relacionados con el tipo de producto o servicio que se ofrece.
Papelería: es en esta parte donde se incluyen las tarjetas de presentación, folders, hojas membretadas, sobres, catálogos, etc., que de alguna manera se convierten en un tipo de publicidad.
Es necesario recalcar que para poder iniciar con este proceso, se tenga muy bien definido a qué tipo de sector va dirigida la empresa, de nada sirve contar con un buen diseño si el cliente no se puede identificar con la marca.
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